Por Martín Liberman
Sabés que Romero, tenés que bancarte que la gente te insulte porque legitimás el insulto al decir que está bien que te lo hagan. Ahora, después te enojas y te insultan. Ponete de acuerdo, maestro.
Armani celebró de cara a la hinchada de Boca, mostrando su dorsal con el número uno y su apellido. Se calentó el arquero de River, que suele ser un tipo bastante ubicado. Sin embargo, el arquero de Boca respondió contra su propia hinchada y, en consecuencia, al arquero de River y su hinchada rival. Es importante recordar que la hinchada propia, en este caso, estaba en otro lado.
El fútbol argentino tiene esta cuestión absolutamente miserable e insólita de prohibir a los visitantes ir a la cancha. Esta decisión, tomada por las altas esferas, busca evitar conflictos, pero demuestra una incapacidad supina para enfrentar obstáculos. En lugar de intentar luchar contra la violencia, un día decidieron que era más fácil terminar con los visitantes. Así, se eliminaron los focos de conflicto, pero a costa de la esencia del fútbol.
A pesar de los silbidos que le dedicaban, Armani le dio una entrevista a la televisión post partido y tuvo un gesto que, para mí, es malísimo. Un tipo campeón del mundo, que ha ganado todo, no debería preocuparse por lo que dice la hinchada de Boca. Franco, ¿qué te importa si te silban? Cuando te metés en ese túnel, deberías pensar: "Sí, insulten lo que quieran, pero el que ganó fui yo".
No puedo avalar este tipo de actitudes. Me parecen mal, sobre todo en jugadores con experiencia como Romero y Armani, que están cerca de los 40. Lo de Romero fue mucho peor, pero no los pongo en el mismo lugar. Sin embargo, lo de Armani también merece ser señalado. Eso no es folklore; contestar a la hinchada rival nunca está bien. Tenés que bancártela y hacer tripa corazón.
Obviamente, a nadie le gusta ser silbado, insultado o agredido. Romero pidió disculpas y yo se lo celebré, pero no coincido con él cuando dice que la gente tiene derecho a insultar. Eso es una locura. Ustedes, los jugadores de fútbol, han legitimado el insulto al decir que la gente tiene derecho a reprobar. Eso se ha vuelto un poder desmedido.
El día que están un poco cruzados, no les gusta eso que ustedes mismos avalaron. Es hora de ponerse de acuerdo: dejen de ser demagogos diciendo que la gente puede insultarlos porque tienen ese derecho, o un día se cansan y no lo aceptan más. Hay una gran diferencia entre tener un ticket para el estadio y tener un pasaporte para el insulto; no tiene nada que ver una cosa con la otra.
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