Por Andres Fuentes
A mediados del 2019, Boca Juniors rompía el mercado de pases del fútbol argentino al contratar desde Benfica a Eduardo Salvio. El delantero había participado del mundial de Rusia 2018 de la mano de Jorge Sampaoli, quien insólitamente lo colocó de lateral derecho. De igual manera, fue casi una revolución para el Xeneize contar con un jugador que encima confesaba ser hincha del club.
Sus primeros partidos fueron bastante buenos, en donde marcaba claramente la diferencia y hacía ilusionar a todos con volver a pelear la Copa Libertadores. De a poco, su performance dentro del campo de juego comenzó a bajar, y cuando los murmullo eran fuertes justo tuvo la mala fortuna de sufrir la rotura de ligamentos cruzados de una de sus piernas.
Tras casi ocho meses de recuperación el Toto volvió con sed de revancha y fue por todo al pedirle al cuerpo técnico la emblemática camiseta número ‘10’, la misma que utilizó durante años el actual vicepresidente del club Juan Román Riquelme. Justamente con él comenzó a tener diferencias, sobre todo en la demora para renovarle el contrato.
Su papel era cada vez más pobre dentro de equipo, por lo que terminó perdiendo la titularidad por decisión de Sebastián Battaglia. Por su parte, y luego de conversaciones tensas, no aceptó el nuevo contrato que el Consejo del Fútbol le ofrecía y se marchó a México con el pase en su poder para jugar en Pumas UNLAM, quien sí cumplió con sus expectativas salariales.
Al irse de Xeneize, el ex delantero de Lanús ganaba 3 millones de dólares al año, algo que puertas adentro creían no merecer por su constantes lesiones y bajo nivel. Eso desencadenó en ofrecerle una cifra mucho menor y de ahí vino su salida. Pumas le abona anualmente al punta de 31 años 2.8 millones de dólares según Transfermarket, una verdadera fortuna.
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